miércoles, 7 de noviembre de 2012

GUILLERMO PÉREZ VILLALTA





   Sensibilidad es una palabra de poco uso, incluso diría que con unas connotaciones algo negativas. Hoy en día decir que algo o alguien es sensible tiene un no sé qué de debilidad. En una sociedad donde lo que más se valora es el poder incluso se diría que tiene algo negativo. Pero la sensibilidad es un sentido como los otros, el gusto, la vista, etc. Más aún, diría que es el sentido que contempla los sentidos, el que da forma a toda esa información que por ellos entra. Es lo que crea la consciencia de aquello que contemplamos. Nos da una valoración afectiva de estas cosas, aparte de una relación más honda con las cosas.

   Hay una palabra japonesa, Kokoro, que de algún modo podría traducirse como “el corazón de las cosas”, aunque se refiere más precisamente a algo como su interior, su “alma”. Para mí, la sensibilidad es el sentido con el que contemplamos ese Kokoro. Con ella vemos profundamente las cosas.
Como los otros sentidos, éste debería ser educado, ejercitado desde las más prontas edades. Con ello conseguiríamos sin duda que este mundo, esta vida, fueran mucho mejor. Sobre todo, haría del arte, arte.

   Pero parece una pérdida de tiempo dedicarse a cosas tan poco prácticas cuando el valor económico dirige nuestra sociedad. Desgraciadamente, la insensibilidad domina el mundo y como dijo mi recordado amigo Javier Utray: “la mayoría de la gente tiene los ojos para no tropezar con los objetos”.
   Es este sentido el que nos permite establecer una relación con las cosas donde impera la emoción, el afecto y esa relación amorosa de la que surge uno de los misterios que nos ofrece el conocimiento humano: esa cosa llamada belleza. Esa cosa que nos provoca placer y en la que participan no sólo los sentidos, sino toda la consciencia de nuestro ser. Quizás la puerta que se abre a eso que llamamos espiritualidad.

MARIA BLANCHARD EN EL REINA SOFIA

La muestra reúne 74 obras de la artista santanderina incluyendo las creaciones de sus inicios, su etapa cubista y la vuelta a la figuración. Una pintora que brilló con luz propia en un mundo del arte de vanguardia de principios del siglo XX, dominado por los hombres.






La muestra recorre cronológicamente la trayectoria profesional de María Blanchard (1881-1932). La primera sala muestra las obras de su etapa de formación hasta 1914 en la que abarca varios géneros como la figuración, el expresionismo o el simbolismo inspirada en maestros como Anglada Camarassa o Kees Van Dongen. Obras muy centradas en el retrato con cuadros destacados como La española o La comulgante, con la que lograría cierto éxito años más tarde.
Después de esa etapa María Blanchard se instaló en París y por su inteligencia y sensibilidad artística fue aceptada por el importante grupo de artistas que vivían en la capital francesa en la segunda década del siglo XX. Llegó a compartir estudio y vivienda con artistas como Juan Gris o Diego de Rivera, con los que llegó a hacer diversos viajes por Europa y con los que compartía también tertulias artísticas en los círculos parisinos. Es la época en la que Blanchard se entrega al cubismo aportando al movimiento una plasticidad y sentimiento que no se encuentra en otros artistas. De esta etapa destacan cuadros como Mujer con abanico o La dama del abanico, Naturaleza muerta roja con lámpara o Bodegón con caja de cerillas. Un cubismo muy personal, según la comisaria María José Salazar, y más libre en la interpretación de los temas que artistas como Picasso, Braque o Gris. La injusticia de un mundo del arte dominado por hombres llegó incluso a que algunas obras de Blanchard se atribuyesen durante muchos años a Juan Gris. En los años cuarenta fue injustamente olvidada y su figura no se recuperó en España hasta bien entrados los años 70 aunque sus obras se encuentran en los principales museos de París y de Europa.
La exposición se cierra con 26 pinturas en las que se plasma su retorno a la figuración dentro del llamado movimiento Retour à l'ordre con obras realizadas entre 1919 y la fecha de su muerte. De esa época destacan cuadros como El borracho, Maternidad oval o El niño del helado. Entre las dos etapas se exhiben dibujos cubistas y figurativos.
Con esta exposición el Museo Reina Sofía continúa la recuperación de esta artista que se inició antes del verano en la Fundación botín de Santander con la muestra dedicada exclusivamente a su periodo cubista. La exposición en Madrid estará abierta desde 16 de octubre al 25 de febrero.

FUNDACION MAPFRE

IMOGEN CUNNINGHAM (1883-1976)




"La fotografía para mi es tan maravillosa que, incluso hoy, es como si nunca hubiera visto una fotografía"... Imogen Cunningham


Un poco de su biografía:

Imogen compró su primera cámara fotográfica en un curso por correspondencia y en 1906 empezó a practicar en el campus de la universidad de Whashington en Seattle. Donde tomaría una de las imágenes mas famosas, tumbada en la hierba desnuda, imagen que anuncia un espíritu libre e independiente y que anticiparía su interés por el cuerpo humano, algo infrecuente en la época. Trabajó en el estudio fotográfico de Edward S. Curtis en sus años como estudiante, donde aprende la técnica de la platinotipia. Tras recibir una Beca se marcha a Dresde donde trabaja baja la tutela de Robert Luther.
A su regreso monta un estudio fotográfico en donde se han fotografiado personajes de la alta sociedad, lo que demuestra el prestigio que Imogen se acabará forjando con los años y que mantendrá hasta el final de su vida. En 1917, tras casarse con el artista y grabador Roi Partridge se traslada a California donde nacen sus dos hijos. El cuerpo humano siempre estuvo presente en su producción, además de el estudio y motivos de las formas mas simples lo que pone de manifiesto una visión muy moderna.
En los últimos años ya estaba considerada una de las fotógrafa mas representativas de la costa Oeste.
A los 92 años, comenzó su último e inacabado proyecto: una impresionante serie de fotografías de ancianos.
After Ninety. Muere en 1976.


EJERCICIO NOVIEMBRE 2012

Con la siguiente exposición se pedirá para clase una reflexión escrita y pictórica sobre las obras expuestas y una reflexión que incluya la opinión personal de la exposición.



RETRATOS, OBRAS MAESTRAS DEL CENTRO POMPIDOU





La Fundación Mapfre (Madrid) acoge desde hoy miércoles, 26 de septiembre, y hasta el 6 de enero de 2013, Retratos. Obras maestras del Centre Pompidou, una exposición que incluye 80 obras maestras de algunos de los grandes artistas presentes en las colecciones del Musée National d'Art Moderne-Centre Pompidou (MNAM-CP) de París, que sirven de base para plantear cómo este género ha formado parte de los distintos movimientos artísticos de los siglos XX y XXI.
La muestra, comisariada por Jean-Michel Bouhours, conservador del MNAM-CP, cuenta con importantes obras de Pablo Picasso, Francis Bacon, Henri Matisse, Robert Delaunay, Antonio Saura, Jean Dubuffet, Joan Miró y Amedeo Modigliani, entre otros, que completan un exquisito conjunto de óleos y esculturas de gran calidad.
Estructurada en cinco grandes bloques (Los misterios del almaAutorretratosDe cara al formalismo,Caos y desorden o la imposible permanencia del ser y Tras la fotografía), la muestra abarca un periodo cronológico que se inicia en el retrato de Erik Satie, realizado por Suzanne Valadon en 1892-1893, y se cierra con The Moroccan, de John Currin, de 2001.


LOUISE BOURGEOIS EN LA CASA ENCENDIDA




         Louise Bourgeois (Paris 1911- New York 2010) es sin dudas unas de las más relevantes creadoras del siglo pasado. Crece rodeada de tapices, en el taller de restauración que regentaba su familia. En Paris recibe su primera formación, artística rodeada ya de grandes nombres. Años después, se traslada a New York, donde trabaja hasta su muerte. Su obra se enseña en contadas ocasiones hasta que en 1982, el legendario MoMA le dedica una gran retrospectiva -la primera a una mujer artista- Tenía 70 años. su trabajo posee una claro componente autobiográfico: "todos mis temas están inspirados en mi infancia", afirma son siempre los mismos traumas, las mismas obsesiones, las que aparecen una y otra vez,  a lo largo de los años. Imposible de clasificar, Bourgeois se ha movido libremente de la figuración a la abstracción, forjando un impersonalísimo lenguaje de resonancia con el que explorar tanto la memoria como los sentimientos.